Este domingo pasado estuvimos por el casco antiguo de Valencia buscando, entre los motivos arquitectónicos y ornamentales típicos valencianos, la inspiración para la próxima temporada, encontrando en la plaza de San Nicolás la capilla Sixtina valenciana, la iglesia de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir, una majestuosa y monumental fuente de creatividad concentrada en 1900 metros cuadrados.
Recientemente se han realizado diversos trabajos de restauración en los que se incluyen las capillas, las fachadas, las vidrieras del templo y la más impactante, las pinturas de la nave, donde se han podido recuperar los frescos barrocos pintados por el valenciano Dionís Vidal a finales del siglo XVII.
La restauración de los frescos ha sido realizada por la Universitat Politècnica de València, con el asesoramiento de Gianluigi Colalucci (restaurador de los frescos de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina), utilizando los últimos avances tecnológicos en el campo de la restauración, desde rayos láser, ultravioletas e infrarrojos hasta tratamientos de biolimpieza, consistentes en la aplicación de una solución bacteriana.
Es una experiencia que no os podéis perder.
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